Estábamos en una salida. Todos estaban manteniendo diálogos paralelos. Yo cebaba el mate y escuchaba a mis compañeros hablar. Sentada en el suelo de la plaza, las voces de todos se volvían susurros de una noche silenciosa. Su presencia se volvía inexistente.
Y ahí estaba yo, sentada en un bosque. Un bosque sombrío y triste dónde nunca había habido compañía humana. Donde solo estaba yo, acurrucada en mi soledad.
-¡Hey, volvé! ¿Me pasas un mate?
-Sí, perdón. Me colgué.
Leí esta situación y me imaginé el momento, y me imaginé a mí, sentado ahí, hundido en mis pensamientos, alejado, sintiendo desinterés por los demás, hasta que alguien, de un tirón, me devolvió a la realidad.
ResponderEliminarMe encanta Caro, veo que volviste a escribir, eso me gusta aún más! Suerte, sabés que nunca vas a estar sola, te quiero :)
Es buenísimo porque es cierto!
ResponderEliminarEl último "como" lleva tilde. El cuento en sí medio de hippie roñosa me pareció
ResponderEliminarEl cuento no tiene ningún "como"....
EliminarSi cebar mate en una plaza con tus amigos te parece de hippie roñoso, me imagino que vivís atado a una computadora interactuando con gente de diversos juegos online y almorzando todos los días en KFC.
Eliminar