miércoles, 28 de diciembre de 2011

Juego

-Uno con veinticinco por favor- dijo una joven de cabellos rubios cuando subió al 41. Se sentó en uno de los asientos del fondo, contra la ventana y se puso los auriculares del celular. Miró hacia afuera, sin pensar en nada, mas que en la letra de la canción que iba escuchando. Así fueron los primeros diez minutos de su viaje, hasta que en el asiento de adelante, se sentó un joven, y ella lo miró distraídamente.
- ¿Que haces acá?- dijo con un falso desdén, y luego sonrió. - No te veía desde...-
- Desde el accidente, si...- dijo él con una escondida tristeza- Pasó tiempo.
-¿Y por qué volviste ahora? ¿Pasó algo?
-No, nada. Solo quería verte. ¿Vengo en un mal momento?
-No, me llamó la atención. Pensé que no me querías hablar más- dijo la joven mirando fijamente por la ventana, y con un tono de voz para que solamente la escuche su compañero.
-¿Porqué no iba a querer? Desde chiquita sos mi mejor amiga. Además, lo que pasó te lastimó a vos, no a mi.
-Si... Pero, ¿Qué pasó ese día? No me acuerdo nada.
-Ni yo. Solo me acuerdo que aparecimos en un hospital, una semana después de la fiesta de Dolores.
-¿Vos también? Pero si... ¿Los doctores te podían ver?
-No, aparecí cuando te despertaste. Ese momento que vos estabas dormida... ni idea a dónde fui a parar.
-Que raro ese día, o días...  Bueno, en fin. Contame algo de tu vida últimamente.
El joven rió y dijo- No mucho. Ser visible sólo para una persona es aburrido aunque tiene sus ventajas. Me estoy instalando en la casa de un piloto, es genial, nunca está, tengo la casa para mi solo.-
-Debe ser divertido- dijo la joven entre risas. Fue en ese instante que un hombre gordo se sentó en donde su amigo estaba, y éste desapareció.
La reacción de la chica fue de genuina sorpresa, se inclinó hacia adelante para ver mas de cerca a quien tenía adelante, con los ojos abiertos de par en par. Miró dentro y fuera del colectivo, buscando a su amigo, y nada. Muchas personas voltearon a verla extrañados y finalmente cesó en buscarlo, pero segundos después apareció en el asiento de al lado, sentado encima de otro señor. La imagen era tan ridícula que generó la risa de ambos.
Y charlaron, y charlaron, y charlaron...
-No te olvides igual, de lo que te dijeron hace un par de años.- Le dijo el.
-Si no tiene sentido, no sigas.- contestó ella. En ese momento, recordó lo que había pasado en el accidente.

-No te olvides lo que te dijeron... si no tiene sentido, no sigas. Quizá eso es lo que necesitas.- Le dijo el, sentado en el asiento de acompañante. Ella, destrozada, aún llorando y manejando peligrosamente rápido, contestó.
-Algún sentido tiene que tener. No quiero dejar de vivir. Alguna salida tiene que haber.
-A ver Clara, ¡Pensá! ¿Hace cuanto que le estas dando vueltas, y seguís sin encontrar respuestas? No tiene sentido que sigas atascada en este mundo. Yo soy el único que te ve. ¡Y el resto no me puede ver! Si no le das un fin vos, lo hago yo.- Y así lo hizo. El amigo de Clara, quien la había acompañado toda su vida, agarró el volante y  lo giró hasta que chocaron contra un camión y posteriormente contra un poste de luz. 

Al recordar todo esto, lo miró a los ojos. El pudo notar el miedo en los ojos de Clara.
-¿Que pasó ese día?- insistió ella
-Ya lo sabés... Y curiosamente seguís acá.-
-¿Porqué me quisiste matar?-
-Esa fuiste vos.- Le dijo, mirándola con unos ojos fríos. Ella tuvo miedo. Cerró los ojos y susurró -Andate.- Cuando abrió los ojos, el ya no estaba ahí. El resto del viaje continuó en calma, y ella, un par de paradas más adelante, se bajo. Pero sin que ella lo notara, él apareció detrás de ella, y la siguió. Al pasar en frente de un espejo, Clara lo vio, y salió corriendo. Siguió corriendo hasta que entró a un edificio, cerró la puerta con llave, y dejó que su respiración volviera a la normalidad. Con un suspiro final, se dio vuelta.
Ahí estaba el, en las sombras, mirándola desafiante a unos centímetros de ella, con un cuchillo en la mano. Apuntó el cuchillo hacia ella y dijo -Si no le das un fin vos, lo hago yo.