jueves, 23 de mayo de 2013

La escultura


La idea golpeó mi mente como un rayo.  Faltaban sólo tres meses.  Estaba en el taller, trabajando para una empresa poco representativa de mi arte, insultando mi creatividad. Apresuré los trazos del cuadro para poder comenzar con el proyecto.  La idea comenzaba a ganar terreno en mi mente y pronto tuve que abandonar el cuadro en el que estaba trabajando. En un cuaderno de bocetos, dibujé la futura obra con trazos de carbón, completamente acelerados, desesperados por salir de mi mente y plasmarse en algún lugar. La figura obtenida fue la de la mujer más hermosa que en mi vida haya visto, que daba la casualidad, la conocía hace más de 13 años. El pequeño boceto se conformaba de la mirada más intensa que alguna persona haya podido recibir, y el cuerpo más elegantemente perfecto, que ninguna cámara haya podido capturar.
No iba quedarme con el boceto, imaginaba plasmar semejante perfección en enormes lienzos. Ese día conseguí conectarme con una empresa de materiales de construcción para que me entregaran los 47 kilos de mármol.
Sonó el teléfono. “Perdón, estoy muy atareado con un proyecto nuevo en el taller. ¿Hablamos mañana?”  Entonces aparté todos los estorbos, para que al día siguiente, cuando llegara el camión, comenzaría enseguida. Mi adrenalina no me dio lugar al descanso, y al llegar el camión, comencé de inmediato, quitando los excesos de mármol, moldeando a la más bella mujer.  Pasaban los días, el teléfono sonaba, pero no podía detenerme, era imperioso que lo terminara antes del 12 de Septiembre. “Perdón,  no tengo tiempo, pero te juro que te lo voy a compensar” decía antes de colgar.
A los 2 meses la figura estaba casi perfectamente real. El roce del mármol imitaba el de su piel suave como el viento, sus ojos penetraban mi alma con su brillo y su humanidad. Faltaba escribir la historia en sus delicados dedos y plasmar mi amor en su delicada postura de cristal. El teléfono seguía vibrando. Mis manos se movían con rapidez puliendo a la mujer de mis sueños, mientras el abuso de café empezaba a alterar mis sentidos. Tan solo quedaba una semana. Ella estaba casi terminada, solo faltaba un detalle.
Salí a la calle, mis ojos ardieron y el sol en mi rostro me recordó la cantidad de noches que había pasado en el taller. El teléfono volvió a sonar. Esta vez contesté, pero me fue difícil entender lo que pasaba del otro lado del auricular.
Regresé al taller con el último detalle. Coloqué el anillo en el anular de la estatua de mármol y cubrí la figura, esperando que llegue el ansiado 12 de Septiembre. Faltaban sólo 3 días.  Entonces, luego de obtener finalmente una noche de sueño, agarré el celular y digité el número, su número, ignorando las incontables llamadas perdidas.
“Hola?” Contestó una voz perpleja del otro lado. “Marcos, ¿Por qué me llamaste?”
“Hola” Dije temblorosamente. “Perdón, sé que desaparecí este último tiempo, pero tengo un hermoso plan para mañana.”
“No Marcos, entiendo que tu trabajo en el taller es importante. Pero 3 meses sin saber nada de vos, simplemente no puedo tolerarlo.”
Pero nuestro aniversario. Pensé, pero no pude expresarlo en palabras. “Chau Marcos.” Se escuchó justo antes de que colgaran del otro lado.
Entonces descubrí la figura con el anillo de bodas, y me perdí en la mirada de mi ex futura esposa.