lunes, 8 de octubre de 2012

La plaza

Estábamos en una salida. Todos estaban manteniendo diálogos paralelos. Yo cebaba el mate y escuchaba a mis compañeros hablar. Sentada en el suelo de la plaza, las voces de todos se volvían susurros de una noche silenciosa. Su presencia se volvía inexistente.
Y ahí estaba yo, sentada en un bosque. Un bosque sombrío y triste dónde nunca había habido compañía humana. Donde solo estaba yo, acurrucada en mi soledad.
-¡Hey, volvé! ¿Me pasas un mate?
-Sí, perdón. Me colgué.