viernes, 20 de mayo de 2011

Desde afuera mirando hacia adentro

Ella corría abajo de la lluvia. Corría desde hace tanto tiempo, que ya no se acordaba desde cuando. Lo único que buscaba era un refugio, un lugar en el cual ella pueda escapar de esa horrible lluvia. Pasó por cinco casas y todas le negaron el paso. Al sexto intento, se encontró con un numero grande de personas que ingresaban en un lugar. Todo quisieron entrar y a todos se les permitió. Todos los presentes, recién ingresados en ese lugar, fueron muy cálidos los unos con los otros.
Un rato más tarde se dieron cuenta que no todos entraban (o esa era la excusa que ponían algunos para echar a otros) y se empezaron a empujar los unos a los otros. Los más gentiles se apartaban y los vulnerables eran apartados. Ella era ambas, pero al mismo tiempo quería poder quedarse. Poco a poco, las personas se iban sujetando, para poder entrar todas en ese pequeño lugar.
Pero nadie tomó su mano. Y por más que intentó agarrar ella la mano de alguien, estaban todas ocupadas. Debido al reducido espacio, ella se vio obligada a abandonar el lugar, aunque eso significara mojarse en la lluvia. 
Finalmente aceptó que no había espacio para ella ahí y decidió salir. Al salir, la lluvia la empapó y negándose a caminar sola debajo de la lluvia, se acercó a una de las ventanas del lugar y se quedó ahí, mirando de afuera hacia adentro.

0 comentarios :

Publicar un comentario