La idea golpeó mi mente como un rayo. Faltaban sólo tres meses. Estaba en el taller, trabajando para una
empresa poco representativa de mi arte, insultando mi creatividad. Apresuré los
trazos del cuadro para poder comenzar con el
proyecto. La idea comenzaba a ganar
terreno en mi mente y pronto tuve que abandonar el cuadro en el que estaba
trabajando. En un cuaderno de bocetos, dibujé la futura obra con trazos de
carbón, completamente acelerados, desesperados por salir de mi mente y
plasmarse en algún lugar. La figura obtenida fue la de la mujer más hermosa que
en mi vida haya visto, que daba la casualidad, la conocía hace más de 13 años. El
pequeño boceto se conformaba de la mirada más intensa que alguna persona haya
podido recibir, y el cuerpo más elegantemente perfecto, que ninguna cámara haya
podido capturar.
No iba quedarme con el boceto, imaginaba plasmar semejante
perfección en enormes lienzos. Ese día conseguí conectarme con una empresa de
materiales de construcción para que me entregaran los 47 kilos de mármol.
Sonó el teléfono. “Perdón, estoy muy atareado con un
proyecto nuevo en el taller. ¿Hablamos mañana?”
Entonces aparté todos los estorbos, para que al día siguiente, cuando
llegara el camión, comenzaría enseguida. Mi adrenalina no me dio lugar al
descanso, y al llegar el camión, comencé de inmediato, quitando los excesos de
mármol, moldeando a la más bella mujer.
Pasaban los días, el teléfono sonaba, pero no podía detenerme, era
imperioso que lo terminara antes del 12 de Septiembre. “Perdón, no tengo tiempo, pero te juro que te lo voy a
compensar” decía antes de colgar.
A los 2 meses la figura estaba casi perfectamente real. El
roce del mármol imitaba el de su piel suave como el viento, sus ojos penetraban
mi alma con su brillo y su humanidad. Faltaba escribir la historia en sus
delicados dedos y plasmar mi amor en su delicada postura de cristal. El
teléfono seguía vibrando. Mis manos se movían con rapidez puliendo a la mujer
de mis sueños, mientras el abuso de café empezaba a alterar mis sentidos. Tan
solo quedaba una semana. Ella estaba casi terminada, solo faltaba un detalle.
Salí a la calle, mis ojos ardieron y el sol en mi rostro me recordó la cantidad de noches que había pasado en el taller. El teléfono volvió a sonar. Esta vez contesté, pero me fue difícil entender lo que pasaba del otro lado del auricular.
Salí a la calle, mis ojos ardieron y el sol en mi rostro me recordó la cantidad de noches que había pasado en el taller. El teléfono volvió a sonar. Esta vez contesté, pero me fue difícil entender lo que pasaba del otro lado del auricular.
Regresé al taller con el último detalle. Coloqué el anillo
en el anular de la estatua de mármol y cubrí la figura, esperando que llegue el
ansiado 12 de Septiembre. Faltaban sólo 3 días.
Entonces, luego de obtener finalmente una noche de sueño, agarré el
celular y digité el número, su número, ignorando las incontables llamadas
perdidas.
“Hola?” Contestó una voz perpleja del otro lado. “Marcos,
¿Por qué me llamaste?”
“Hola” Dije temblorosamente. “Perdón, sé que desaparecí este último tiempo, pero tengo un hermoso plan para mañana.”
“No Marcos, entiendo que tu trabajo en el taller es importante. Pero 3 meses sin saber nada de vos, simplemente no puedo tolerarlo.”
Pero nuestro aniversario. Pensé, pero no pude expresarlo en palabras. “Chau Marcos.” Se escuchó justo antes de que colgaran del otro lado.
Entonces descubrí la figura con el anillo de bodas, y me perdí en la mirada de mi ex futura esposa.
“Hola” Dije temblorosamente. “Perdón, sé que desaparecí este último tiempo, pero tengo un hermoso plan para mañana.”
“No Marcos, entiendo que tu trabajo en el taller es importante. Pero 3 meses sin saber nada de vos, simplemente no puedo tolerarlo.”
Pero nuestro aniversario. Pensé, pero no pude expresarlo en palabras. “Chau Marcos.” Se escuchó justo antes de que colgaran del otro lado.
Entonces descubrí la figura con el anillo de bodas, y me perdí en la mirada de mi ex futura esposa.