La idea golpeó mi mente como un rayo. Faltaban sólo tres meses. Estaba en el taller, trabajando para una
empresa poco representativa de mi arte, insultando mi creatividad. Apresuré los
trazos del cuadro para poder comenzar con el
proyecto. La idea comenzaba a ganar
terreno en mi mente y pronto tuve que abandonar el cuadro en el que estaba
trabajando. En un cuaderno de bocetos, dibujé la futura obra con trazos de
carbón, completamente acelerados, desesperados por salir de mi mente y
plasmarse en algún lugar. La figura obtenida...